La reutilización del código
Durante el desarrollo de un programa, al diseñar y escribir el código de una clase, puede ocurrir que la
funcionalidad que esta encierra sea posible aprovecharla en futuros desarrollos, propios o de otros
programadores.
Otra posible situación sería aquella en la que el programador escribe el código, no para una aplicación
concreta, sino como un conjunto de utilidades, pensando de manera explícita en su distribución y uso
por otros programadores.
Ante los dos escenarios que acabamos de mencionar, la única manera que hasta el momento
conocemos de distribuir a terceros programadores nuestro código para que pueda ser reutilizado,
consiste en facilitar los archivos de código fuente, para que sean incorporados al proyecto que lo
necesite, y compilados junto al mismo.
Esto tiene el inconveniente de que facilitamos libremente el acceso a nuestro código fuente, cuando lo
único que nos interesa es proporcionar la funcionalidad, pero no el código sobre el que tanto hemos
trabajado para conseguirla.
La solución a esta (delicada en ocasiones) situación podemos encontrarla en las librerías o bibliotecas
de código, un aspecto de la programación consistente en compilar nuestro código a un archivo no
directamente ejecutable, pero que reside en un formato binario, mediante el cual, un ejecutable típico
se puede enlazar para hacer uso del código residente en dicha librería.
Por otro lado, las librerías nos aportan la ventaja de poder tener nuestro código organizado, y ya
compilado para ser distribuido.
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